domingo, 6 de noviembre de 2011

Otoño en La Hiruela

Hay lugares que son lo que son porque están donde están. Hablo de la Sierra del Rincón. Y que mejor nombre que dan a este lugar: "Rincón". Si se llamara Guadarrama u otro cualquiera estaría lleno de urbanizaciones, casas, jardines, bloques, calles, restaurantes, asfalto... en fin, lo que conocemos por otros pagos de la comunidad de Madrid.
La Hiruela, la parte alta de Jararama, El Cardoso de la Siera, lugares fronterizos entre las provincias de Guadalajara y Madrid. Lugares de ganado, o de paso de ganados  para sentirse bien y encontrar la naturaleza como hace cientos de años.
Hoy el viento era el protagonista poniendo su banda sonora, jugando con las hojas de robles, nogales, chopos, sauces y demás arboles, haciendo vibrar sus ramas, entonando multitud de sonidos. Y después del viento, la luz del sol entrevelada por las nubes.
Ahora si, ahora no, ahora dejo pasar unos rayos, me escondo salgo, alumbro, me apago... todos los matices posibles. También las gotas de lluvia arrastradas por el viento, que hoy le pegaba de lo lindo, hacían del día más otoñal en ocasiones y en otras invernal.
Las hojas ya estaban caídas y los colores del monte pintaban a invierno. El Sr. Pastor, único de la zona que tiene ovejas, na más ni na menos que 250, nos ha dicho que ya no hay otoño, que el viento entra de arriba –señalando con su cayado el Norte– que si viene cruzado hace mejor, pero que entraba de arriba y entonces trae nieve, pero hoy no hace malo. ¿...? a nosotros nos parecía el tiempo algo desapacible, el termómetro marcarba entre 4 y 6º C, llovía y pegaba el aire que te dejaba la nariz helada.
Hemos estado con él, sus cuatro perros, dos mastines y otros dos más pequeños y lanudos que siempre estaban a su lado. Por las ganas de hablar que tenía, seguro que hemos sido las dos únicas personas con las que ha hablado esta mañana. Nos ha contado que hay poca gente por allí. Que cuando llega el frío sólo quedan 4 vecinos. Él  es el único que tiene ovejas de la zona. El resto son vacas y los que las cuidan suben desde Buitrago y otros pueblos, las echan de comer y ya. Pero él tiene que salir todos los días hasta que llegue la nieve. Oyendole hablar se podía ver lo durísima y solitaria que tiene que ser su vida. Y hoy seguro que ha visto gente como nosotros, caminantes y excursionistas, pero entre semana creo que sólo tendrá la compañía de sus animales y la del campo por donde pasa. Bajo el brazo llevaba un hocino y un saco de plástico que envolvía otra prenda que no he distinguido bien. En fin, después de una descripción del lugar única, de sus sendas y caminos y a dónde conducían, el del molino que sólo quedan ruinas, hace unos 20 años que ya no funciona pero que hace poco unos pusieron un criadero de truchas pero que no funcionó porque ya no están. Seguro que no les fue bien –nos cuenta–. El camino del río Jarama, el que nos lleva otra vez a La Hiruela. El que baja del hayedo, que no se cómo estará porque hay alambres y cercas para el ganao... no se cómo bajarán por allí. Esta noche pasada ha nevao en los picos pero por aquí aún no, estamos a 1200 metros...
Un buen rato con el pastor, si señor. Así que esperemos que la próxima vez que pasemos por allí nos le encontremos y nos ponga al día de lo que acontece.
Decía que hay lugares como la Sierra del Rincón que si están como están es porque no hay quien lo haya jodido. Sólo el tiempo y la naturaleza se ha encargado de darle la belleza que tiene. Los bosques, el Jarama y su ribera, los pocos habitantes que quedan en sus pueblos, el ganado, los pastos, brezos, piornos, etc. Y digo yo, que cuando ya no quepamos más en la ciudad y no tengamos nada que hacer en ellas, ¿dónde vamos a ir? Creo que la solución será regresar al campo a vivir y trabajar como en siglos pasados, volviendo a cultivar las huertas, a recogen los frutos, a criar gallinas y conejos, cerdos, etc., a recolectar setas, bellotas, nueces o lo que la tierra nos de según la época del año. Todo ello si somos capaces de olvidarnos de tantas y tantas cosas inútiles que nos hacen olvidarnos de lo verdaderamente autentico y necesario. En fin que lo mío no es filosofar ni reflexionar.
Bajando por el río Jarama, hemos pasado por las ruinas de lo que fue el Molino de Juan Bravo, que supongo que sólo lleva su nombre y un poco más abajo, hemos atravesado la presa del Molino de la Hiruela. Porque sin estos molinos era difícil tener harina para hacer el pan. Y esto del pan era y es esencial. Pues bien, los molinos en los pueblos eran tan importantes como el edificio de iglesia. Pero ahora casi es imposible encontrar uno en pié. Por  último, junto al molino se encuentra la senda de los oficios, y que debe mostrar, las carboneras, el colmenar, las huertas, etc. es decir lugares de donde se servían los lugareños de leña, miel, ... Lo dejamos para otro día.

Caminad por estos parajes y llevaos tantas sensaciones como las que me he traido yo. Pero no dejéis más que vuestro aliento, huellas de los zapatos y unos dineros en el bar o las casas rurales que hay por allí. Y pensad por un rato cómo podían vivir las gentes de por allí. ¡que viva la Sierra del Rincón!